El ser humano, desde la aparición de las primeras sociedades organizadas que se remontan a 10.000 años aproximadamente, ha estado en contacto con todo tipo de plantas enteógenas con diversos objetivos como el filosófico, artístico, espiritual, religioso o de expansión de la conciencia.

Culturas tan antiguas como la egipcia (Imperio Nuevo Egipcio 1550-1070 a.c) usaban mandragora en sus rituales funerarios y para entrar en contacto con sus dioses, en especial Osiris.

Otras culturas como la mesoamericana utilizaban diversos enteógenos como el cactus peyote, hongos y ololiuhqui. Los Incas Utilizaban la ayahuasca. Los griegos consumían el cornezuelo del centeno (LSA). Incluso en Siberia, los Koryak, utilizaban amanita muscaria para sus rituales.

Prácticamente cada cultura disponía de rituales propios y una serie de plantas enteógenas que utilizaban como herramienta para alcanzar sus fines.

Su uso:

Las plantas enteógenas son muy diversas pero todas ellas han sido utilizadas con el mismo fin, alcanzar estados alterados de conciencia. Dichos estados son orientados hacia los terrenos de la sanación, la adivinación, la expansión de la conciencia y la conexión con el mundo divino y místico que ayude a explicar los fenómenos naturales que suceden alrededor.

El uso ritual de enteógenos se realiza en un contexto de búsqueda de una iluminación espiritual, las plantas no son un fin si no medio. El fin no es crear visiones a partir de las plantas, sino a través de esas visiones lograr una comunión sagrada con el cosmos, con el mundo, y a través de ello lograr una sanación e iluminación tanto física como espiritual.

En conclusión, las plantas enteógenas han sido utilizadas desde siempre por casi todas las culturas ancestrales, desde los Koryak siberianos hasta los chamanes urbanos modernos pasando por todas las culturas mesoamericanas.

Estas plantas tienen y han tenido históricamente una fuerte influencia en el desarrollo de las civilizaciones, a nivel cultural siendo parte de la vida diaria y siendo fuente de inspiración de expresiones artísticas, a nivel religioso siendo aliadas en la conformación de rituales y de cosmovisiones, a nivel curativo y en la expansión de la conciencia.